En abril de 1951 se llevó a cabo el primer intento de reconquistar la provincia china de Yunnah, donde fueron rechazados por el Ejército de Liberación del Pueblo, que provocó numerosas bajas entre las fuerzas anticomunistas, entre ellas, las de varios consejeros militares de la CIA.
Fue a partir de este primer fracaso, cuando la CIA decidió que debía aumentar ostensiblemente la ayuda
militar a las milicias del Kuomintang, si quería obtener algún éxito en su lucha contra la China revolucionaria, pero al tratarse de una guerra secreta, que se estaba llevando a cabo de espaldas al pueblo norteamericano (y al resto del mundo), además de un ilegal acto de injerencia contra una nación soberana, no se podía contar con financiación pública, por lo que la Agencia pensó en el tráfico de opio como método para cubrir los gastos de su nueva empresa bélica. Para ello, las fuerzas del Kuomintang ocuparon la mayor región productora de opio de Birmania, construyeron pistas de aterrizaje y, junto a ellas, refinerías de morfina. De estas pistas despegaban diariamente aviones de Air America con enormes cantidades de opio con destino a Tailandia o Taiwan, desde donde los diversos agentes de la CIA, como el temible general Phao de Tailandia, se encargaban de distribuirla por todo el mundo, especialmente hacia los Estados Unidos, con la complicidad de los servicios de aduanas locales.
Mientras por un lado este siniestro negocio provocaba una auténtica epidemia de morfina en los Estados Unidos, durante los años 50, por otro, se convertía en una lucrativa fuente de financiación para la CIA en su guerra secreta contra la Revolución Cultural China, una guerra que se prolongó durante casi 10 años.
El ejército anticomunista del Kuomintang pasaría en menos de un año de los 2000 a los 12000 efectivos que verían mejorada su equitación con los más sofisticados lanzagranadas, modernas ametralladoras del calibre 50 y artillería antiaérea.
La confianza y la lealtad del pueblo chino a su naciente Revolución, la presión y las denuncias del gobierno birmano ante Naciones Unidas y finalmente la colaboración entre el Ejército de Liberación del Pueblo (chino) y las tropas birmanas consiguieron, el 26 de enero de 1961, tras varias ofensivas, rendir a las fuerzas clandestinas del Kuomintang que operaban en Birmania.
En la base del Kuomintang se encontró armamento norteamericano de fabricación reciente y cinco toneladas de municiones también norteamericanas.
El Departamento de Estado de los Estados Unidos, a pesar de las pruebas evidentes, negó toda colaboración con el Kuomintang y anunció que emprendería acciones legales contra el mismo. Sin embargo, tras la intervención militar conjunta de China y Birmania, la CIA ayudó a escapar a las tropas del Kuomintang que habían emprendido la retirada a través del río Mekong, hacia Laos, donde la Agencia las emplearía en su siguiente guerra secreta, y para la cual utilizaría también los mismos métodos de financiación.
Bibliografía: "Air America. Historia de la línea aérea secreta de la CIA" de Christopher Robbins, editorial Planeta (Barcelona, 1986).
Fuente: antimperialista
Fue a partir de este primer fracaso, cuando la CIA decidió que debía aumentar ostensiblemente la ayuda
militar a las milicias del Kuomintang, si quería obtener algún éxito en su lucha contra la China revolucionaria, pero al tratarse de una guerra secreta, que se estaba llevando a cabo de espaldas al pueblo norteamericano (y al resto del mundo), además de un ilegal acto de injerencia contra una nación soberana, no se podía contar con financiación pública, por lo que la Agencia pensó en el tráfico de opio como método para cubrir los gastos de su nueva empresa bélica. Para ello, las fuerzas del Kuomintang ocuparon la mayor región productora de opio de Birmania, construyeron pistas de aterrizaje y, junto a ellas, refinerías de morfina. De estas pistas despegaban diariamente aviones de Air America con enormes cantidades de opio con destino a Tailandia o Taiwan, desde donde los diversos agentes de la CIA, como el temible general Phao de Tailandia, se encargaban de distribuirla por todo el mundo, especialmente hacia los Estados Unidos, con la complicidad de los servicios de aduanas locales.
Mientras por un lado este siniestro negocio provocaba una auténtica epidemia de morfina en los Estados Unidos, durante los años 50, por otro, se convertía en una lucrativa fuente de financiación para la CIA en su guerra secreta contra la Revolución Cultural China, una guerra que se prolongó durante casi 10 años.
El ejército anticomunista del Kuomintang pasaría en menos de un año de los 2000 a los 12000 efectivos que verían mejorada su equitación con los más sofisticados lanzagranadas, modernas ametralladoras del calibre 50 y artillería antiaérea.
La confianza y la lealtad del pueblo chino a su naciente Revolución, la presión y las denuncias del gobierno birmano ante Naciones Unidas y finalmente la colaboración entre el Ejército de Liberación del Pueblo (chino) y las tropas birmanas consiguieron, el 26 de enero de 1961, tras varias ofensivas, rendir a las fuerzas clandestinas del Kuomintang que operaban en Birmania.
En la base del Kuomintang se encontró armamento norteamericano de fabricación reciente y cinco toneladas de municiones también norteamericanas.
El Departamento de Estado de los Estados Unidos, a pesar de las pruebas evidentes, negó toda colaboración con el Kuomintang y anunció que emprendería acciones legales contra el mismo. Sin embargo, tras la intervención militar conjunta de China y Birmania, la CIA ayudó a escapar a las tropas del Kuomintang que habían emprendido la retirada a través del río Mekong, hacia Laos, donde la Agencia las emplearía en su siguiente guerra secreta, y para la cual utilizaría también los mismos métodos de financiación.
Bibliografía: "Air America. Historia de la línea aérea secreta de la CIA" de Christopher Robbins, editorial Planeta (Barcelona, 1986).
Fuente: antimperialista
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