24 nov 2011

Acracia difusa, como estrategia de liberación o ¿por qué el camaleón es verde?

A pesar de la absoluta victoria del PP en las Generales, los mercados siguen atacando a España a dentelladas en la yugular. En lo que va de semana, el Ibex ha caído casi un 7% (8310—7.739). La prima de riesgo de la Deuda española ha rebasado los 500 puntos. La causa no es que ya hubieran "descontado" la mayoría pepera —tal mayoría siempre respaldó las decisiones del PSOE gratas a los mercados—, sino que los inversores perciben que el oneroso Estado Español está en liquidación, y nadie se fía de que se recupere a causa del cambio de facción en el Gobierno: "¡PSOE, PP, la misma mierda es".

Desde los primeros compases del “cambio de mayorías” del PSOE al PP, todo suena a déjà vu: es un pasodoble cuya letra habla de restricciones de derechos y libertades, de manipulación mental y de miseria física e intelectual de los ciudadanos. Sin alegrarnos por ello, reconozcamos que cualquier desgracia que les suceda a los españoles —confiados romeros de la Virgen de la Urna del pasado 20N— durante la nueva legislatura que se inicia, les estará bien empleada por recurrir a otros para que les resuelvan sus problemas, en vez de solventarlos por sí mismos.

—Para eso pagamos a los políticos —dirán los necios. No es verdad. Los políticos en el poder no cobran para resolver, sino por obedecer. Y roban a mansalva, toman su parte, porque los verdaderos amos se la dan como botín, a cambio de ejecutar sus órdenes y en su beneficio.


No es momento de confiar en las “ideologías de partido”, que son fraudulentos esquemas de fácil asimilación para manipular mentes y voluntades: izquierdas, derechas, estado del bienestar, cambio climático, déficit, deuda, mercados... todo son martingalas. Digan lo que digan, los distintos partidos van a lo mismo, a ser eficientes cómitres(1), a cargo del tambor y del flagelo, en la extracción de potencia de los remeros amarrados a las bancadas, a cambio del estipendio prometido por el armador de la nave.

Con el Estado en descomposición y en ruina, si no podéis emigrar por cualquier razón, pero queréis impedir el exterminio de vuestras familias, ha llegado el momento de pasar a la acción. En estas excepcionales circunstancias que atravesamos es absolutamente necesaria una estrategia eficaz, saber qué debe hacerse interpretando el plan del oponente, imaginar el futuro inmediato. Nosotros proponemos actuar según lo que denominamos "acracia difusa", con una nueva mentalidad estratégica que reflexione, entienda y esté atenta a los cambios sociales. Y aquí os la exponemos abiertamente. Los seguidores de esta especie de acracia coloidal procurarán:

En primer lugar, estar informados de la realidad, lo cual no es fácil. Los noticiarios de la televisión, los debates de tertulianos, los diarios de papel o electrónicos, así como la mayoría de los medios “alternativos”, tienen como objetivo crear en vuestras mentes una imagen distorsionada de la realidad, bien sea para aterrorizaros o bien, para daros falsas soluciones, siempre con el ánimo de vuestro perjuicio. No hay otra información veraz que aquella que, de dondequiera que venga, es filtrada e interpretada por vuestro propio cerebro: todo lo que veis —todo— obedece a la lógica del beneficio. En cada disyuntiva pensad siempre “¿Qui prodest?” Si el dinero no aparece como la causa de algo, no es porque haya otra explicación, sino porque no habéis pensado lo suficiente.

En segundo, apartar todo miedo de vuestra mente. Los acoquinados han perdido la batalla antes de iniciarla, a causa de una especie de parálisis cerebral que les impide reaccionar. Lo más probable es que sus hijos acaben amarrados como remeros y sus hijas hayan de arrendar sus coños como hetairas en los puertos para poder comer. No temáis, pues. Vuestra capacidad de respuesta es ilimitada. Y, si bien carece de la potencia de la represión estatal, es a cambio furtiva y repentina —guerrillera—, golpea cuando y donde menos se la espera.

En tercer lugar, organizar vuestra defensa. El método de lucha más importante y amplio es el de la acción individual. Pero, sin olvidar que el principio que os mueve es egoísta —la supervivencia de vuestros genes—, la alianza temporal con otros es eficaz y oportuna. No al modo de las sectas partidarias. Ni siquiera al de las comunas anarquistas del pasado, en las que se pretendía que todos los problemas los resolviera una misma comunidad alternativa al estado, sino mediante diversas asociaciones inconexas para alcanzar objetivos concretos. De ahí lo de “acracia difusa o coloidal”(2), difícilmente identificable, aunque perceptible en sus contundentes efectos.

La acracia difusa consiste, aparte de en no delegar y en actuar personalmente, en hacerlo de manera comunal diversificada. Permite, por ejemplo, pertenecer a un primer colectivo de trabajo en cooperativa, a un segundo distinto para conseguir alimentos a menor costo, a un tercero para reforzar la enseñanza y el adiestramiento de vuestros hijos, a un cuarto para el libre intercambio de bienes y servicios, a un quinto para compartir servicios como ADSL, luz, agua o gas, a un sexto para crear una caja de resistencia, a un séptimo para la colectivización del cuidado de los ancianos del grupo, y a un octavo —un sindicato como CNT— para defenderos legalmente de los abusos laborales del régimen —o a ninguno de ellos, claro—. Esos grupos tendrán un número de miembros variable, práctico, posibilista y de origen diverso: en uno, serán sus componentes familiares todos; en otro, amigos, o compañeros de trabajo; aún en otro, gente comprometida con unas ideas, o personas con un problema común a resolver. Las condiciones de pertenencia serán reguladas por unanimidad mediante un fuero propio. En cada uno de esos colectivos, la participación y la vigilancia es crucial para evitar los abusos. Toda dirección será rotatoria o devendrá corrupta. Recordad que estáis ahí para conseguir objetivos concretos e inalterables. Vuestra pertenencia a cada colectivo es libre y esencialmente transitoria.

Los dos grandes objetivos individuales que sinérgicamente se refuerzan como colectivos —en ellos, la acción coordinada de las moléculas coloidales es útil— son la insumisión fiscal y la rebelión civil. Es decir: no pagar al Estado y no someterse a su Poder. Seguramente, os preguntaréis si vais a estar eternamente solos o si un mayoritario colectivo social os acompañará algún día. Y, si es así, de dónde sacarán valor los subyugados españoles para acompañaros en vuestro difícil camino de perfección. Lo harán de dos fuentes de energía revolucionaria inagotables en estas circunstancias:

—De la desesperación ante el callejón sin salida a que los han llevado los mandarines del país (a las órdenes de los mercados), el paro, el desahucio y el hambre, que bajo la férula del PP seguirá como hasta ahora con el PSOE.

—De la emulación de comportamientos que hacen a otros salir adelante. Algunos imitarán la delincuencia, el pandillaje de secuestradores y atracadores callejeros; pero otros confiarán en la acracia asamblearia, pues es la forma natural de organización en ausencia de todo poder confiable.

Pero como el campo de lucha primero es el de la acción individual —si eres soltero, emigra al Uruguay(3)—, y toda buena estrategia debe ir acompañada de una buena táctica, lo que hay que hacer está clarísimo: no dejarse atrapar. Para ello, no te destaques, finge sumisión si es necesario, pero combate los engranajes del sistema siempre que no haya riesgo. El Estado está dando sus últimas boqueadas, víctima de la incompetencia de la clase política que lo dirige. Eso significa que será mucho más cruel en la represión. Así que cuídate de hacer proselitismo. ¡Quien te escucha es un chivato en potencia! Pasa desapercibido. Camúflate, pues la acracia difusa debe ser, en esencia, camaleónica. Buena suerte.

ÁCRATAS


(1) Cómitre: Persona encargada de vigilar, castigar y dirigir a los remeros y forzados de las galeras.

(2) Zygmunt Bauman, sociólogo, filósofo y ensayista judío, acuñó el término de “modernidad líquida”, adaptable a todo recipiente y, como tal, infinitamente sumisa. Nosotros preferimos llamar a la “acracia difusa o coloidal”, al modo físico-químico, mostrando que, sin perder sus propiedades, debe disgregarse en partículas tan pequeñas que parezca que se ha disuelto en la sociedad, cuyas propiedades acabará por cambiar, como el estaño cambia la maleabilidad del cobre y la muta en la dureza del bronce.

(3) Los españoles podemos imitar de alguna manera la diáspora israelita, gracias a la conquista imperial de los Reyes Católicos y de sus descendientes, Carlos I y Felipe II. Basta con emigrar a Hispanoamérica y, en un par de años, adoptar la doble nacionalidad que nos permita vivir como uruguayos —pongamos por caso—, pero con las espaldas cubiertas por España (lo que reste de ella), con nuestro embajador en Montevideo como tímido remedo del rabino del Congreso Mundial Judío o de la Anti-Defamation League. (El estado como enfermedad crónica, XABIER ALZURI CALAVERA)

Fuente: Ácratas

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