31 oct 2011

El NOM los prefiere tontilocos, ignorantes, malversadores y sumisos para destruir a las naciones

Ismael Medina/Reproducción de sus mejores artículos en AD.- Ha terminado la presidencia rotatoria española en la UE que la Pijín anunció planetaria y de la que Rodríguez se autoproclamaba salvador de la crisis financiera mundial a pachas con Obama. El fiasco ha sido estrepitoso por mucho que la Fernández de la Vega, López Garrido y otros payasos se empecinen en negarlo. No así más allá de los Pirineos.
Vale como muestra el juicio que Rodríguez le merece al diario belga “Eubserver”. Tras afirmar que “España termina su invisible presidencia europea”, comenta el plantón de Obama a la cumbre que Rodríguez había preparado en Madrid y concluye que la suspensión hizo que nuestro presidente “pareciera también tonto”. Terminó como había empezado, con la cara de Mr. Bean que un hacker muy avispado y certero había colocado a Rodríguez.
GESTIÓN CALAMITOSA
TAMPOCO el diario francés “Liberation” se queda atrás: “Los seis meses pasados han sido una pesadilla para Madrid que esperaba sin embargo poder aprovechar esta presidencia para afirmar su lugar en Europa y en el mundo”. La gestión de Rodríguez ha sido calamitosa para el diario galo. Superado por los
acontecimientos, Rodríguez se mostró “incapaz de proponer algo para hacer frente al marasmo de la deuda soberana, se ha negado a aceptar que su país estaba amenazado por unos mercados desencadenados y ha tardado en adoptar un plan de ajuste”.
Las críticas, acusaciones y burlas nos llueven desde todas esquinas internacionales. El crédito de España está por los suelos. Nos toman el pelo, nos chantajean y agraden nuestros intereses aquellos regímenes iberoamericanos que nuestro gobierno defiende a ultranza y considera ideológicamente afines. Tampoco contamos, aunque de vez en cuando le tienda cobertura retórica a Rodríguez, para la desnortada izquierda europea, anclada en prejuicios progresistas, pero asimismo entregada a los supercapitalistas dictados del NOM.
A las duras advertencias de la sociedades internacionales de consultoría y auditoría se sumó la pasada semana Ernest&Young. Sitúa a España en “el peor escenario” y advierte que hemos de hacer frente a una situación similar a la de Grecia, lo que lleva el temor y la incertidumbre a los inversores.
AHORA RECONOCEN ALGUNOS QUE EL MAL ANIDABA EN LA CONSTITUCIÓN
SERÍA erróneo, sin embargo, cargar sobre Rodríguez y sus mariachis todas las culpas de la quiebra moral, política, institucional y económica de España. Protagonizan el desenlace extremista y esperpéntico de un largo proceso histórico, reanudado tras la muerte de Franco al amparo de la estafa que siguió a la aprobación por referendum de la Ley de Reforma Política.
Faltan por conocer los mil folios que conforman la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la inequívoca inconstitucionalidad del Estatuto de Cataluña. Y el contenido de los dos votos particulares que también serán útiles para penetrar en el fondo de la cuestión. Pero las filtraciones parciales, las reacciones en los diversos sectores políticos afectados y el anuncio de Rodríguez y sus secuaces de que modificarán mediante leyes los aspectos de la sentencia que consideran adversos a su confederalismo suicida, nos sitúan ante tres ominosas evidencias: el TC ha parido una sentencia chapucera y de problemática aplicación; el gobierno Rodríguez no cede un ápice en su vocación totalitaria y dispersiva; la Constitución de 1978 es papel mojado y en sus tripas llevaba ya los gérmenes cancerígenos que ahora invaden con su metástasis el cuerpo de España. Tres despropósitos frente a los cuales comparecen con creciente insistencia críticas y reconsideraciones de quienes se sumaron de buena fe al aventurerismo transaccional de Adolfo Suárez en su condición de fiel peón del monarca que lo usó mientras le convino.
Otero Novas rompió el fuego de esta indispensable revisión en dos libros a los que conviene acudir de vez en cuando. Ahora se ha sumado Ignacio Camuñas Solís con un esclarecedor artículo (“Pujol, Cataluña y España”, ABC 02.07.2010). Lamenta Camuñas: “Los que estuvimos en el periodo constituyente creímos que nuestra Constitución y el Estatuto serían respuestas más que suficientes para el encaje y normal funcionamiento de Cataluña dentro de España. Hoy observamos con decepción no exenta de amargura que los esfuerzos de entonces no han servido para calmar la insaciable vocación reivindicativa de las fuerzas nacionalistas, que, por lo que hemos podido comprobar, necesitan de esa permanente reivindicación para justificar su razón de ser y asegurar su sustento político”.
Jóvenes profesionales con carreras de relieve casi recién estrenadas se sumaron ilusionados al proyecto constitucional desde posiciones democristianas y liberalistas. Se integraban bastantes de ellos en el grupo Tácito, firma colectiva cuyos artículos insertaba el diario “Ya”, de la Editorial Católica, que ya en el tardofranquismo jugaba la carta de la democratización desde el interior del sistema. Gente ilusionada y de buena fe en su mayoría. No lo dudo. Pero a la que faltaba un conocimiento histórico del origen y la deriva del nacionalismo catalanista. O les ofuscaba una utópica y casi religiosa confianza en la forma democrática como bien político supremo. Tampoco advirtieron, pese su condición profesional y el necesario sentido del Estado, que el proceso constitucional estaba aquejado de ilegitimidad de origen al no haber sido convocadas como constituyentes las Cortes que manipularon el texto, lo aprobaron y sometieron a referéndum. Ilegitimidad a la que se añadido en grado extremo la de ejercicio a causa de su persistente vulneración.
Este tardío reconocimiento de que los problemas secesionistas de hoy provienen del calculadamente ambiguo y técnicamente penoso testo constitucional fue advertido desde un comienzo desde plataformas habitualmente tachadas de franquistas. Entre ellas, las páginas de “El Alcázar”. Quien quiera conocer estos testimonios, ahora refrendados por los acontecimientos y la caída del caballo de aquellos ilusionados democratizadores, puede acudir a la web de la Fundación March, Archivo Linz. Allí están todos. El sociólogo Juan Linz, a quien conocí cuando todavía era una joven promesa en los Seminarios de Formación Política del Frente de Juventudes, hizo brillante carrera en los USA y descubrió el liberalismo en clave norteamericana. Sociólogo muy meticuloso recopiló ordeno todos aquellos artículos de la oposición al enjuague constitucional bajo la tópica etiqueta de “ultraderecha”. Los más consistentes y sólidos fueron los del catedrático Galán y Gutiérrez.
Muy distinta habría sido la torticera sentencia del Tribunal Constitucional si sus miembros hubieran tomado en cuenta las advertencias del profesor Galán y Gutiérrez. Pero una cosa es ser un cabal hombre de Derecho y otra muy distinta un jurista de mayor o menor entidad, seleccionado a dedo por el partido político al que deberá obediencia. Es el caso, por ejemplo, de María Emilia Casas, presidente del TC por una descomunal metedura de pata del entonces ministro de Justicia del PP, Michavilla.
Herman Thertch subrayaba no hace mucho lo grotesco de que, luego de cuatro años de darle vueltas a la olla podrida del recurso de inconstitucionalidad del Estatuto se atribuyera la ponencia una profesora de Derecho del Trabajo ayuna de conocimiento de Derecho Constitucional. Tampoco han dado la talla la gran mayoría de los miembros del Tribunal. No lo garantizaban su condición jurídica, su formación ni su dependencia partidista. Se han sacado finalmente de la chistera de malabaristas un conejo mitomatósico. La España aconstitucional y centrípeta que Rodríguez tiene condenada a muerte en su condición de verdugo designado por el NOM.
LA TRAMPA MANIQUEA DEL CONFEDERALISMO
DIAS atrás se preguntaba César Alonso de los Ríos, uno de tantos curados del juvenil acné marxista, respecto de la deriva catalanista promovida y amparada por Rodríguez: ¿Confederalismo o independencia? Oso responder que confederalismo. La independencia no conviene a la alta burguesía catalana y la utiliza a través de los partidos nacionalistas como arma política de presión y de chantaje que propicia un Rodríguez obsesionado con su misión de descomponer España. Un juego de turbia doblez que viene de lejos.
No se entenderán del todo los nacionalismos periféricos y distorsionadores sin tomar en consideración algo más que la tópica tesis de la mixtura entre las ideas del romanticismo y la degradación interna de la realidad política española desde el inicio del proceso de decadencia. Los nacionalismos se vieron favorecidos por las reiteradas fracturas internas que signaron la vida de España durante el periodo de decadencia. Incluso la Guerra de la Independencia, a la que se sumó con heroísmo el pueblo español, sin distinciones regionalistas, padeció una de ellas con la existencia de una franja intelectual, aristocrática y burguesa de afrancesados, muchos de los cuales tomaron el camino del exilio integrados en las imponentes columnas napoleónicas en retirada, en cuyos carromatos cargaban el riquísimo botín de sus últimos expolios.
No me corresponde, al menos en esta crónica, entrar en el debate interminable sobre la influencia en el antedicho afrancesamientos modernizador de los ilustrados frente a un pueblo apegado a sus tradiciones, la municipal entre ellas, y al que se motejaba de oscurantismo casticista. Aunque sí aludir a un fenómeno que se arrastra hasta nuestros días. Me refiero a la asunción por buena parte de aquellas clases dirigentes de la leyenda negra sobre España, de la que se derivaba un insano complejo de inferioridad.
Merece la pena al propósito exhumar el siguiente párrafo de “La Leyenda Negra”, de Julián de Juderías, en que justifica los motivos que le impulsaron a escribir el libro: “…se trata de vindicar el buen nombre de España, demostrando que ha sido víctima del apasionamiento de sus adversarios que crearon en torno a su significación en la Historia universal una leyenda tan absurda como injusta”. Leyenda negra que el italiano Marchiori (alejado de casa estos días debo confiar en la memoria) considera dirigida contra la Iglesia católica, de la que España ha sido vanguardia y bastión. Y cuyo mantenimiento a ultranza atribuye a sionismo, relativismo materialista y masonería. Instrumentos todos ellos que confluyen en el NOM, añado por mi cuenta.
La leyenda negra forma parte de una estrategia política y bélica encaminada a debilitar y romper interiormente a la nación enemiga que se pretende dominar. No ya sólo los valores sobre los que se asienta su fortaleza defensiva y su voluntad de lucha. También su unidad territorial. El primer mapa de Europa en que las naciones europeas aparecen en regiones con entidad política propia tiene origen iluminista y data del siglo XIX. Cataluña, Vascongadas y Galicia comparecen diferenciadas en el de España. Otras potencias asumieron con posterioridad similares objetivos. El III Reich, por ejemplo, en cuyos documentos ideológicos de las SS puede encontrarse sugestiva literatura al respecto de lo que llamaron la “Europa de la Etnias”, reproducida en la sus Legiones por “nacionalidades”. También respondía a ese mismo criterio el federalismo de Repúblicas Socialistas instrumentadas desde la revolución rusa e hicieron suyo el socialismo y el comunismo españoles. Y también la masonería, por supuesto, en el anclaje de las tres obediencias que tan resolutiva influencia desplegaron desde la revolución francesa y durante la Guerra de Independencia en el interior de los diversos partidos e intelectualidad progresista en que se infiltraron.
CORRELACIÓN ENTRE LA REALIDD ECONÓMICA DEL SIGLO XIX Y EL SURGIMIENTO DE LOS NACIONALAISMOS PERIFÉRICOS
HACE una treintena de años estudié la historia de la minería española en el “Libro del Centenario” de la compañía Peñarroya España, de la que es inseparable el protagonismo desde el siglo XVI de los grandes banqueros judíos la mayoría de cuyos descendientes se concentran hoy en Nueva York, luego de un proceso emigratorio al compás de las sucesivas traslaciones de poder desde Centroeuropa a Gran Bretaña y al naciente imperialismo norteamericano.
La minería, sobre todo la del carbón, la del acero y la argentífera, fue absorbida por los citados grupos financieros los cuales, a su vez, crearon las tres grandes compañías ferroviarias a su servicio para llevar el carbón a las funciones y a los grandes centros urbanos de consumo. El servicio de viajeros era subsidiario y subvencionado por el gobierno. Un progresivo deterioro de nuestra economía caracterizó aquel periodo, cuyas nocivas consecuencias se alargarían durante el primer tercio del siglo XX. Una perniciosa corrupción acompañaría el proceso. Se compraban ministros y políticos de diversa monta para conseguir concesiones y prebendas. También entonces se justificaba aquel desmadre en la ley imperativa del mercado. Puro y duro liberalismo, si bien trufado con normas proteccionistas que beneficiaban a las zonas de producción o gran consumo bajo control de los grupos bancarios aludidos.
Traigo a colación el anterior y sucinto recordatorio por su coincidencia, no sólo cronológica, del surgimiento político de los nacionalismos vascongado, inicialmente sólo vizcaíno, y catalanista, ambos al socaire de las ideas del romanticismo, de la competencia exterior a nuestras materias primas y elaboradas y de un creciente victimismo y falseamiento de la historia encaminados a que los gobiernos centrales establecieran medidas proteccionistas para esas dos regiones, las cuales precisaban vivir aún más a costa del resto de España, asegurándose los mercados interiores. El nacionalismo vizcaíno de Sabino Arana, en defensa a ultranza de su siderurgia, es inexplicable sin sin el concurso de Gran Bretaña y del banquero vascongado de la Sota, asentado en Londres. Influencia que explica la adopción como bandera del nacionalismo vascongado un calco de la británica con los colores inventados para el mito de la raza vasca.
LA ALTA BURGUESIA CATALANA DEL DINERO SUPERVIVIÓ A COSTA DEL DESCRÉDITO DE ESPAÑA
OTRO cantar es el de Cataluña, aunque correlativo. Al contrario de lo que sostiene el victimismo catalanista, Cataluña salió beneficiada del triunfo de Felipe V en la Guerra de Sucesión. Fue creencia casi permanente de los gobiernos centrales que el apoyo al sostenimiento de la economía catalana amenguaría la ínfulas secesionistas. Se equivocaron. No cayeron en la cuenta de que la burguesía catalana del dinero, esencialmente barcelonesa, aprendió la lección y se valdría de los extremismos catalanistas para conseguir nuevas y persistentes coberturas proteccionistas.
Aparecen las claves del doble juego de la alta burguesía catalana del dinero cuando se escarba bajo los tópicos. Algunos historiadores, casi siempre silenciados, recuerdan, por ejemplo, que dicha alta burguesía había conseguido el monopolio comercial con Cuba y mantenido unos precios abusivos frente a la competencia exterior, en particular la norteamericana. Y que el malestar popular generado por tales abusos inclinó a muchos cubanos hacia la causa de la independencia. Alguna vez lo he anotado. Pero conviene recordarlo.
También el régimen de Franco creyó que el respaldo al desarrollo de las economías de Vascongadas y Cataluña amenguaría las incitaciones separatistas. Vascongadas, sobre todo Vizcaya, y Cataluña, especialmente Barcelona, vivieron su edad de oro económica al socaire de las inversiones públicas del Estado Nacional en los tiempos de mayor dificultad. Y más adelante, al amparo de los planes de Estabilización y Desarrollo de los tecnócratas. Pero la alta burguesía barcelonesa del dinero teme al librecambismo más que una paloma perseguida por un águila. Necesitaba proseguir con el doble juego habitual y alimentaba bajo cuerda el radicalismo secesionista para coaccionar al poder central.
La entrada de España en la Comunidad Europea, tarada de notorias deficiencias en su gestión, implicaba una más acentuada liberalización de la economía y un riesgo para los permanentes objetivos proteccionistas, salvados y reforzados por el perverso restablecimiento constitucionalista del Estatuto republicano y el demencial Estado de las Autonomías. Los acuerdos de Niza consagraron la subordinación de España al liberalismo económico europeo y a sus reglas de juego. Ayuna de competitividad en el exterior sólo restaba a la economía catalana, que había iniciado su declive, asegurarse el mercado interior mediante la consecución de crecientes ventajas y concesiones al amparo de la situación ventajosa de chantaje que le proporcionaba una falaz ley electoral. Llama la atención, no obstante, que ni el PSOE ni el PP en sus respectivos periodos de mayoría absoluta osaran una reforma realista de la ley electoral. ¿Falta de de acuerdo u oscura presión exterior?
Podría aducirse que la Constitución de 1978 lo vedaba. ¿Pero acaso se ha respetado el texto y el espíritu de la Constitución, si es que lo tiene, en otras cuestiones capitales para la soberanía del Estado, la solidez de las instituciones básicas o la unidad de España? Cualquier apelación a la norma constitucional o al Estado de derecho carece de credibilidad. Y la degradación no viene de ahora, aunque en los últimos años se haya llegado a extremos inauditos bajo el atrabiliario desgobierno de Rodríguez, de los que es expresión acabada el infame escándalo montado desde la Moncloa en torno al Estatuto catalán.
CATALUÑA ESTÁ EN DECLIVE Y USA DEL ESTATUTO PARA BLINDARSE EN NUEVAS FORMAS DE PROTECCIONISMO
COINCIDE el hervor secesionista con un proceso sostenido de degradación de la economía catalana, además de con los factores a que anteriormente hice referencia a los que se añade el cáncer de la corrupción, la cual viene también de lejos. Hay que leer las “Memòries politiques” de Joan Puig y Ferreter, diputado de Ezquerra Republicana en los años treinta, sobre la desmesurada utilización personal de los fondo público destinados al sostenimiento de la guerra a que se dieron los dirigentes de la Generalidad. Tarradellas entre ellos de manera destacada. Una herencia que hicieron suya Jorge Pujol y tantos otros a su amparo. La podredumbre generalizada en España adquirió dimensiones nada desdeñables en las esferas catalanas de poder político y económico.
La alta burguesía catalana del dinero, la que maneja los hilos del secesionismo político, es consciente de que su competitividad seria nula en Europa como nación independiente. También respecto de otras taifas españolas que la han sobrepasado, como es el caso de Madrid o Valencia hacia las que han huido no pocas empresas y servicios. No quieren realmente la independencia, sino una situación de privilegio de torticera índole proteccionista que les permita perpetuar el pertinaz hábito histórico de vivir a costa del resto de España. Lo que en realidad se persigue es un confederalismo en cuyo ámbito goce Cataluña de una cobertura política y económica privilegiada respecto de cualesquiera otras taifas, incluso la vascongada, embarcada en el mismo juego y asimismo de la mano tramposa de sus respectivos socialismos.
Yerran quienes crean que el Estatuto tiene al independentismo como objetivo inexcusable. El Estatuto y las alharacas soberanistas son a un mismo tiempo instrumentos facciosos de chantaje al Estado. O más exacto sería decir a lo poco que resta de Estado. Quienes mueven estos arteros hilos conocen de sobra que una Cataluña independiente se hundiría en la miseria ante la presumible reacción aislacionista del resto de España respecto de sus productos y servicios. Habrían de buscar la supervivencia mediante la venta de sus empresas y sociedades más emblemáticas a grupos financieros franceses, alemanes, norteamericanos y hasta chinos. La independencia se traduciría en sometimiento a la voracidad mundialista que, habida cuenta de la depreciación de la economía española, se traduciría en un sometimiento aún más agreste. Pero es precisamente esa subordinación de España al NOM lo que se esconde a duras penas tras la arbitraria y enfermiza política disgregadora de Rodríguez.
EL POSTFRANQUISMOY EL GOLPE DE ESTADO CONSTITUCIONAL FUERON DIRIGIDOS POR EL NOM
Y retorno así al título y objetivo de esta crónica. El tiempo transcurrido y la visión que proporcionan los acontecimientos confirman que el autogolpe de Estado constitucional de 1978 fue propiciado por el NOM con el concurso resolutivo del nuevo Jefe de Estado, sucesor de Franco en aplicación de las Leyes Fundamentales del Estado Nacional. Suárez fue un mero instrumento ejecutor en manos del monarca. Un trepador de escasa dotación intelectual y no poca osadía que abandonó a sus compañeros de Unión del Pueblo Español cuando se lo ordenaron para crear la UCD, una especie de cajón de sastre en el encontraron acomodo personajes de las más varias tendencias al frente de de partidos nominales con muy escasa clientela en sus filas. Se trataba, dados los antecedentes franquistas de tantos de ellos, de atraerse la confianza electoral de lo que se dio en llamar el “franquismo sociológico”, sustrayéndolo a UDPE, a la que se había asignado la tarea desde los preparativos para el postfranquismo, desde los tiempos de Carrero, la misión de agruparlo y tutelarlo.
La personalidad de los constitucionalistas y su ejecutoria posterior, así como los muchos trapicheos que desembocaron en el llamado “consenso”, confirman la vinculación de varios de ellos, en particular los más influyentes, con las distintas ramas operativas del NOM, sin que faltara la masónica ansiosa por tomarse la revancha y restablecer los fundamentos anticatólicos y federalistas de la II República. La Constitución de 1978 creó los supuestos necesarios para avanzar en el proceso disgregador de España. Hay que leerla con atención artículo por artículo, y afrontar un concienzudo análisis comparativo con la de 1931, la italiana de la República de postguerra, la soviética de entonces vigente y alguna otra. Ningún severo cultivador del Derecho Constitucional se habría atrevido a tanto, aunque su ideología fuera de izquierdas.
El monarca favoreció la voladura interna de UCD cuando le convino y se deshizo de Suárez. Tenía decidido dar paso a un gobierno socialista y la acción institucional del 23 de febrero de 1981, otro autogolpe de Estado, lo haría posible. ¿Para fortalecer y asegurar la continuidad de la Corona, a imitación de Suecia, como había sugerido a Eduardo Adsuara en el curso de una audiencia? El monarca no ha disimulado desde entonces su proximidad al PSOE y son de sobra conocidas sus malas relaciones con Aznar mientras gobernó el PP y su predilección hacia la progresía en sus diversos ámbitos de actuación.
La ejecutoria de Felipe González al frente de sus tres sucesivos gobiernos pone de manifiesto, salvo para sus partidarios y quienes se beneficiaron de sus favores y corrupciones (también las hubo bajo Suárez), que siguió con fidelidad los dictados del NOM mediante la desactivación calculada de eventuales interpretaciones restrictivas de algunos aspectos del texto constitucional. La supresión del recurso previo de inconstitucional, junto a la perversa politización de los órganos superiores de la Justicia, por ejemplo, dejaría expedito el camino para no pocas tropelías anticonstitucionales. Difícilmente habría prosperado el trágala del Estatuto de Cataluña y el escandaloso retraso de cuatro años del TC en dictar una sentencia pastelera sin aquel trabajo de zapa y descoyuntamiento a que se dio González al servicio del NOM. Es lo que importa estudiar de aquel periodo y no la desbocada corrupción a que se dio el PSOE y de la que tampoco estuvo exenta la UCD, la cual ha servido de pantalla encubridora de la resolutiva contribución de González y el PSOE al descoyuntamiento de España, la subversión de las reglas democráticas, la prostitución de las instituciones básicas, la acción sostenida de descrédito de las Fuerzas Armadas, la quiebra económica, una creciente crispación política y la rotura de cualquier posibilidad de entendimiento con la oposición, tenida como enemigo permanente a batir.
Los dos mandatos de Aznar estuvieron caracterizados por un esfuerzo obsesivo de recuperación de una economía que los gobiernos de González habían conducido a la ruina. Tuvo el respaldo europeo e internacional. A nadie convenía en aquella coyuntura una España en quiebra. Los resultados de la política económica de los gobiernos de Aznar, unida a la cascada de privatizaciones de empresas públicas que ya había iniciado González, atrajeron muy fuertes inversiones extranjeras que se aposentaron en el tejido financiero y empresarial español. Pero, como señalé al comienzo, el PP se encontró en soledad parlamentaria, aún durante el periodo de mayoría absoluta, para lograr el necesario respaldo parlamentario a la hora de las indispensables reformas institucionales. E incluso constitucionales. El PSOE, los partidos nacionalistas y la izquierda más montaraz no estaban por la labor. Además de servir a sus propios intereses, estaban al servicio del NOM. El monarca, siempre a lo suyo, sesteaba mientras tanto a la sombra del Arco Real.
EL NOM PRECISABA PARA SU ESTRATEGIA EL VOLANTAZO QUE SE REGISTRÓ ENTRE EL 11 Y EL 14 DE MARZO DE 2004
EL revés de la constitución europea amañada por Giscard D´Estaing en clave radicalmente laicista y anticatólica, cual correspondía a un masón de alto grado, y el éxito de Aznar en el tratado de Niza, exigían al NOM un volantazo radical en la política española. Pero aún cuando Aznar, sabedor del imperativo de la alternancia, se anticipó en el anuncio de que abandonaría tras dos legislaturas, las encuestas anticipan un triunfo electoral del PP, aunque con mayoría relativa. El NOM necesitaba impedirlo a toda costa para que el gobierno lo ocupara de nuevo un PSOE sometido y sumiso que llevara adelante la última fase de su secular venganza de descoyuntamiento de España.
Sin la intervención del NOM no se explica el acceso de un casi desconocido Rodríguez, mero calientaescaño durante tantos años, al la secretaría general del PSOE. Una operación en la que Alfonso Guerra jugó las bazas del NOM y la sería pagada con una estabilidad política y económica de la que disfruta y actúa como inquisidor atento al frente de la Comisión Constitucional del Congreso. González se mantuvo sospechosamente al pairo. Tampoco sin que estuviera implicada la mano del NOM resulta comprensible lo que sucedió entre el 11 y el 14 de marzo de 2004 y signó el triunfo en apariencia imprevisto del PSOE con Rodríguez, el antiBush visceral y comandado, a la cabeza. Bush ya había sido condenado por el NOM y se preparaba en la sombra la aparición revanchista de Obama.
El NOM precisaba al frente del gobierno de España para llevar a delante la estrategia de destrucción del Estado-Nación diseñada por Rockefeller a un personaje mediocre, paranoico, carente de sentido del Estado, arbitrista, marrullero, receloso de quienes pudieran hacerle sombra, mesías de sí mismo, falaz, sin principios morales ni sólidos asideros ideológicos. Y sobre todo, obediente. Ningún otro como Rodríguez reunía tantas condiciones negativas para España y favorables para el NOM.
Ha sucedido, sin embargo, que la crisis financiera cíclica destinada a un mayor sometimiento de Europa se les fue de la mano a los promotores del NOM y su instrumento para España generó una recesión económica extrema que ha puesto en muy grave riesgo la estabilidad de los grandes bancos atiborrados de deuda del Reino de España y de las economías centroeuropeas. Le han impuesto duras medidas de ajuste desde ambas riberas del Atlántico. E incluso con la participación del amigo comunista chino. Pero de nuevo ha comparecido el arbitrista, incapaz, zafio, paranoico e irresponsable. No ha hecho los deberes que se le exigían, Europa y los USA le han vuelto la espalda, su presidencia rotatoria de la UE desembocó en fracaso estrepitoso, ya le llaman tonto desde todas las esquinas y ha convertido a España en un peligro superior para Europa que el de Grecia. España está en venta y al acecho los buitres financieros para apoderarse de lo más suculento del tejido económico y financiero de España cuando el desastre les ofrezca grandes bicocas.
Rodríguez, a fuer de tontiloco e iluminado, se pega al sillón de la Moncloa ajeno a que se ha convertido en un cáncer político y económico para la recuperación no sólo de Europa. La incógnita de futuro para España radica en si el NOM antepondrá al riesgo económico para la economía global su venganza sobre España, encaminada a su destrucción como Estado-Nación y mantendrá a Rodríguez como instrumento insustituible para lograrlo. La pasividad del monarca no es señal de buen agüero.

Fuente: AD

1 comentario:

  1. Los que han esplotado a España, son varios, pero donde está la ruina en ellos o en los españoles que hemos consentido semejantes hechos. La justicia acompaña a ellos no al resto de españoles, nuestras desventajas son muchas trabajar muchos años contra los pocos que trabajan ellos, los sueldos desmesurados, las jubolaciones ni comparar, las cantidades de diputados que están chupando en España son demasiados y luego ruina. Solución, ETA, fuera y la mayoría de diputados tambien,

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