13 jul 2011

Las agencias tienen culpa, no toda la culpa


Isaac Rosa – Comité de Apoyo a ATTAC.

Con la SGAE en horas bajas, ya tenemos candidato a heredar su trono de enemigo público número uno: las agencias de calificación. Con la ventaja de que en este caso el malestar está más extendido: ciudadanos, medios y últimamente también gobernantes –aunque por ahora sólo de boquilla-.

Sus nombres son ya parte de la cultura popular: pocos ignoran quiénes son Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch, los tres jinetes del apocalipsis económico a los que hemos colocado en lo más alto de la picota, sobre todo tras sus últimas decisiones.

Es cierto que tienen mucha culpa. Tras avalar la basura financiera durante años, y cuando hay más que indicios de que se han comportado de forma delincuente –aunque la denuncia presentada en España contra ellas duerme en un cajón de la fiscalía-, ahora se dedican a soplar sobre las ascuas de los incendios europeos, poniéndoselo fácil a los buitres financieros.

Pero dicho todo eso, sería muy ingenuo pensar que el problema se acaba con crear una agencia europea que quite poder a las tres grandes. Tal agencia –para la que tampoco vemos mucha prisa- serviría para aliviar tensiones, sí, y obligaría a esos buitres a esforzarse un poco más para forrarse con la desgracia ajena. Pero sin agencias seguiría habiendo especulación, que existe en la deuda pública pero también en los mercados de materias primas, o con los alimentos. Y por cierto: antes de la crisis las agencias ya hicieron lo mismo con otros países, pero sólo cuando se han tirado al cuello de Europa empezamos a verlas como vampiros.

Acabar con el oligopolio criminal de las agencias sería un paso, incluso un buen paso, pero se quedaría en poco sin otros cambios, puesto que sólo son una pieza más de un engranaje que funciona con el único combustible que conoce: la ganancia fácil, el riesgo cuyas consecuencias siempre pagan otros, la búsqueda del beneficio a toda costa. Capitalismo se llama, no sé si les suena el nombre.

Sin las agencias estaríamos mejor, por supuesto, pero no estaríamos bien. Y ya inventarían otra cosa para que no decaiga la fiesta.

Fuentes: Público,Attac

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