18 feb 2011

Sin sobreprecio de vivienda no habría pan y circo para el pueblo

Extracto de la entrevista de Jaume Barberà en su reciente edición de Singulars del Canal33 a Ricard Vergés, arquitecto y economista, profesor de la Universidad de Montreal durante décadas y que ha trabajado para diversos Ministerios españoles. Personaje sencillo e interesante donde los haya, muestra unos gráficos de elaboración propia para transmitir 2 ideas básicas:
a) La deuda de España con la banca de la UE es muy desorbitadamente superior a la del resto de países, y casi el 80% de esta deuda procede del crédito a los promotores inmobiliarios
b) Los impuestos de sociedades provenientes de los beneficios del sector inmobiliario durante la última década suman una cantidad similar al dinero que el Estado ha estado repartiendo para la gran expansión de la obra pública (que últimamente ha incluído AVE, autopistas y rotondas, trasvases finalizados o no, etc).


Nos parece un ejemplo sumamente importante para comprender de qué manera los ciudadanos prácticamente obligamos a los líderes políticos a que alienten el lucro masivo, para que así más dinero entre en las arcas del Estado y más jauja nos puedan prometer para obtener votos. Si queremos poder seguir yendo de la ciudad a las pistas de esquí rápido y en cualquier momento, y poder volar desde cualquier punto a cualquier punto, y tener más cobertura y más velocidad en telecomunicaciones, y más piscinas privadas y electrodomésticos y electrónica, pues nada, los sucesivos gobiernos deberán tratar bien a las multinacionales y a cualquier sector que pueda amasar mucho dinero cada año y dejar mucho en impuestos, que si no a ver cómo pagan lo que les pedimos. No vale el argumento de que se puede generar la misma cantidad de consumo y flujo de dinero a base de pequeño comercio y empresa familiar, pues sólo las enormes acumulaciones de capital pueden forzar el consumo superfluo a través de la publicidad.

Es fundamental perder la fe en el sistema, dejar de desear lo que los anuncios, series y películas nos meten en la cabeza y empezar a pensar cómo uno puede obtener parte de sus necesidades básicas de modo autónomo, fuera de la economía del dinero, a través de la asociación con personas con similar conciencia y diversas habilidades. La civilización tecnológico-científica al servicio de la economía capitalista es una especie de diseño autofágico que no se puede corregir. Como decía Ran Prieur, habrá que esperar a que el edificio se derrumbe y luego salir de entre los escombros.

Fuente: SubtUtiles

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