Lejos quedan aquellos tiempos en los que el recurso a la Deuda Pública se utilizaba para financiar inversiones con tasas internas de retorno del capital invertido (TIR) similares a las utilizadas por las empresas. En aquellos tiempos solamente se utilizaban para financiar inversiones que creaban valor añadido a toda la sociedad o a una parte de ella, proyectos que aumentaban el capital fijo de la sociedad. Y nunca se utilizaban para financiar gastos corrientes.
Nuestro Estado, además de financiar las pocas funciones que le quedan, se ha dedicado a utilizar ese instrumento financiero para limpiar la basura generada por los Bancos y Cajas de Ahorros, a tapar la mala gestión de éstas últimas, a incrementar la financiación ordinaria de esas máquinas burocráticas conocidas como Comunidades Autónomas ideadas para gastar sin ninguna responsabilidad política (ellas gastan y el Estado recauda, así se liberan de la responsabilidad fiscal ante los ciudadanos) y a despilfarrar lo poco que le queda en mantener abiertos quioscos de amiguetes (Entes, Sociedades, tropeles de asesores, subvenciones variopintas..). Muchas más viandas, lujos y dádivas de los que Damocles podría imaginar en el festín de Siracusa...
Este es nuestro gran problema: la oligocracia que nos gobierna ha ideado una forma de vivir por encima de nuestras posibilidades y necesita seguir lanzando Letras, Bonos y Pagarés para que los mercados financieros (muchas veces tratados como cuadrillas de malvados especuladores) sigan alimentando su desenfreno. Necesita una dosis brutal de 192.000 millones de euros en 2011 para hacer frente a los vencimientos inmediatos (148.700 millones de euros) y a las necesidades financieras previstas (43.300 millones de euros). ¿Serán los Bancos y Cajas de Ahorro patrios, cuyos balances están repletos de activos de esta especie, o instituciones financieras internacionales (fondos de pensiones y de inversiones, inversores especializados, Estados,…) que buscan su lógica rentabilidad y vigilan nuestra capacidad de devolución de lo prestado?
Da pena ver a criaturas como Felipe González, político retirado pero bocazas activo, y José Antonio Alonso, muñidor de los múltiples “pasteleos” parlamentarios, dando consejos al Presidente del Banco Central Europeo (BCE) para que ponga en marcha una “Quantitative easing” al estilo americano, para adquirir la deuda soberana de esos Estados de la Unión Europea al borde de la suspensión de pagos, creando nuevos euros; así aliviarían la presión que ejercen aquellos “despiadados especuladores”.
No se han enterado que en USA detrás de su Reserva Federal hay un Gobierno federal con un Tesoro ágil y potente y con competencias fiscales y presupuestarias en todo el territorio de USA, algo con lo que Jean-Claude Trichet sueña. Y que la realidad europea es otra muy distinta: una vorágine de poderes desparramados. Veamos un ejemplo: el presidente del Eurogrupo y el ministro de economía italiano piden la creación de una Agencia Europea de Deuda con poder para emitir “eurobonos”; la canciller alemana censura tal posibilidad porque no está prevista en el actual Tratado; el director gerente del FMI no le parece adecuado el tratamiento individualizado de cada caso y piensa que es mejor un plan global y un aumento considerable del Fondo de Estabilidad Financiera; el presidente del Bundesbank, Alex Weber, (posible presidente del BCE) no admite compras de deudas soberanas en el mercado, a no ser pequeñas sobras que los inversores desechen y piensa que si algún Estado tiene problemas financieros ya existe el mencionado Fondo con cuantía suficiente; El Gobierno Federal de USA está preocupado por el “caos” de la Eurozona ya que está afectando a la recuperación de USA y envía a Leal Brainard, responsable internacional del Tesoro, a que se dé un paseo por Madrid y por Berlín y observe el panorama.
Mientras tanto aquí, en nuestra nación, los ciudadanos nos sabemos nada de nada, no participamos en ninguna decisión; nuestros “representantes” están ausentes; y los dirigentes políticos con capacidad de decisión actúan como los idiotas, solamente aprenden de los acontecimientos, sin enterarse que la espada de la suspensión de pagos pende sobre todas nuestras cabezas.
Por Lorenzo Alonso
Fuente: Diario Español de la República Constitucional
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